Formación Gestalt 2018 Vitoria-Gasteiz



Inscripciones abiertas, inicio de la formación primer trimestre 2018


E-mail: info@escuelagestaltaraba.com

Teléf: 689 114 417


1. ¿Qué es la Gestalt?

Encuadrada en el movimiento de la Psicología Humanista, la Terapia Gestalt comparte con dicho movimiento la visión esperanzada del ser humano que tiende a su autorrealización, no como individuo patologizado sino con recursos saludables para su desarrollo óptimo en el aquí y ahora; un tiempo presente y puntual, despojado de absolutos e inmerso en una situación interrelacional con los otros y con el mundo.

2. ¿Qué es la formación Gestalt?

“La peculiaridad de la terapia gestáltica no yace sin embargo en una teoría de la personalidad, en una teoría de la neurosis, ni en teoría alguna. Consiste en una creación no verbal; una manera de acercamiento a la gente en la situación terapéutica que se ha desarrollado a partir de una comprensión, experiencia e intuición que siguen siendo transmitidos en forma no verbal.”
Claudio Naranjo, por una Gestalt viva.

Si entendemos la gestalt fundamentalmente como una actitud, como el aprendizaje de una actitud que es tanto general y atañe a lo personal, como específica y aplicable a la manera de hacer como terapeuta o como gestáltista, es lógico pensar que formarse en gestalt sea algo más que aprender conceptos y técnicas. Lo más importante es el proceso de transformación que suele ocurrir en la persona que se realiza esta formación. Porque formar-se en Gestalt podemos entenderlo, casi casi como un re-formarse o como un de-formarse. Deformarse porque la experiencia de esos tres o cuatro años -según las escuelas- supone para muchas personas un dejar caer sus ideas y preconceptos sobre sí mismas, un encuentro con lo que uno decidió no-ser, con la identidad negada; y también con lo que el estudiante se va encontrando, finalmente, como persona y como profesional. Un trabajo de autoconocimiento como individuo-en-contacto, salpimentado de técnicas, teorías, estrategias y aprendizajes de intervenciones. Un volver en alguna medida al caos esencial, a ese "inmenso océano absurdo", a aquello que éramos antes de tener una identidad concreta. Deformando la personalidad que resulta parcialmente falsa por ser fundamentalmente automática. "Volver" que tiene como objetivo principal, buscar lo más genuino de uno mismo y convertirlo en estilo de intervención con el otro, sea éste "otro" persona, pareja, familia, grupo, institución o entidad. La formación en Gestalt supone también un re-formarse, en el sentido de darle una nueva forma a las partes que nos constituyen. Dividir provisionalmente el individuo que somos para darnos la posibilidad de armar el puzzle de otra manera. Asistir de nuevo al proceso de formarse como persona Es tener una "segunda oportunidad" para mirarse a uno-mismo-en-contacto-con-el-otro, como adulto que se acuerda de que una vez fue niño. Aprendiendo a reconocer a la vez lo propio y lo ajeno, precisamente eso que entonces, como infante, no fue posible. Unas escuelas gestálticas ponen énfasis en lo gozoso del asunto. Enfocarán entonces como primer plano la frescura y el desatasque de corsés y de guiones preestablecidos que caracterizan popularmente la formación gestáltica. Otras, en cambio primarán el acceso a lo doloroso como camino para verificar experiencialmente aquella aseveración del fundador, de Perls, de que la enfermedad es la evitación del dolor psíquico que lo transforma, paradójicamente, en sufrimiento crónico. Formarse en Gestalt es asimismo aprender una metodología de intervención psicosocial donde importa quién es el profesional como persona, con lo patológico y con lo genuino, matrices ambas de lo más creativo del alumno que se forma, y de todos nosotros.
Artículo de Albert Rams publicado por la
AETG.


3 ¿Qué es la escuela?

La Escuela Gestalt de Araba ha sido creada por Víctor Arans, con la intención de promover y divulgar la terapia Gestalt en todos sus ámbitos alcanzables.
La dirección y responsabilidad pedagógica corren a cargo deJavier Egurzegui
La coordinación y dirección técnica a cargo de Víctor Arans.

3.0 FILOSOFIA DE LA ESCUELA



La filosofía o pedagogía de la escuela focaliza su atención, entre otros aspectos, en el viaje del autoaprendizaje del ser. La transformación desde uno en uno (individuo), hacia y en lo grupal, colectivo o social. Teniendo también en cuenta en todo momento de la transformación del ser sus tres centros (instinto +sentimiento+pensamiento=Amor) cómo aspectos o formas desde dónde nos relacionamos con el otr@, l@s otr@s o el mundo. También cabe expresar este otro sentido: la Escuela Gestalt Araba no separa el aprendizaje terapéutico con el autoconocimiento, es el mismo aspecto de un mismo proceso: Aprender a vivir; más en paz con uno mismo, feliz y libre y por esto nuestra filosofía va más allá de una simple etiqueta, cómo por ejemplo; sentir más profundamente el sentido de esta vida. No necesariamente hace falta desear ser terapeuta o "algo" para hacer este viaje de autoconocimiento y transformación.


Formarse en GestaltArtículo de Albert Rams publicado por la AETG, que hemos revisado, ampliado y actualizado para incluirlo en el presente dossier.

Formar-se en Gestalt podemos entenderlo, aunque suene paradójico, casi casi como un re-formarse o como un de-formarse.

Deformarse, porque la experiencia de esos años cuatro de formación suponen para muchas personas un dejar caer sus ideas y preconceptos sobre sí mismas. Como los metales rígidos y fríos que, en contacto con cierto grado de calor, se funden en un magma que es capaz de tomar, en las manos del forjador, la forma adecuada a su uso pertinente en el presente.

El proceso de entrenamiento es un encuentro, esencial a veces, con lo que uno decidió no-ser, con la identidad negada; y también con lo que el estudiante se va encontrando, finalmente, que va siendo como persona, como formando y como profesional. Un trabajo de autoconocimiento como individuo-en-contacto, salpimentado de técnicas, teorías, estrategias y aprendizajes de intervenciones. Un trabajo que tiene como objetivo principal, nos parece, buscar lo más genuino de uno mismo, y convertirlo en estilo de intervención con el otro; sea éste otro persona, pareja, familia, grupo, institución o entidad.

En esa búsqueda de lo más genuino de uno mismo para, como decimos, convertirlo en el instrumento esencial del trabajo como terapeuta gestáltico, el alumno suele encontrar generalmente un asunto que tiene dos caras, como en el mito de Jano. Una de las caras corresponde al carácter, a la patología fundamental de la persona, al disfraz que elegimos para dejar de sencillamente-ser en su día, cuando estábamos construyéndonos como personas. El carácter es también el color y la estructura de las lentes que nos ponemos, muchas veces sin darnos cuenta, para ver el mundo. De tal manera que el futuro profesional, si no es consciente de ese aspecto, tenderá a confundir sus propias manías con verdades como puños; tenderá a seleccionar interesadamente aquellas teorías que más le convienen para confirmar o desmentir éste o aquél guión neurótico personal, llamando a eso su ideología psicoterapéutica o su adscripción de escuela; tenderá, finalmente, a confundir al paciente o cliente con el objeto interno que necesita para que su mundo perceptivo no se desestabilice, pero lo borrará como persona, como “tú”, como alguien con vida propia llena de tantas sorpresas como uno sea capaz de
admitir.

La otra cara del mismo asunto es ese mismo carácter transformado o destilado, a través del trabajo personal necesario para quitarse de encima todo el lastre posible de la historia y de la biografía, de tal manera que, como decía Perls, uno pueda reaccionar a la situación presente como situación presente que es (actual, real), y no en función de la escena que uno está superponiendo según los asuntos inconclusos que llevamos en la mochila de la patología.

Este trabajo de transformación y puesta a punto, de conversión del veneno en remedio como decían los antiguos, es con toda probabilidad el punto esencial de todo el proceso formativo. En la medida en que el estudiante lo vaya consiguiendo, será capaz de ofrecer al otro (persona, pareja, grupo) una presencia limpia, diáfana, que se convierte de esa manera en la más poderosa de todas las técnicas profesionales.

La formación en Gestalt supone también un re-formarse. Tener una “segunda oportunidad” para mirarse a uno-mismo-en-contacto-con-el-otro, como adulto que se acuerda de que una vez fue niño, aprendiendo a reconocer a la vez lo propio y lo ajeno; precisamente eso que entonces, como infante, no fue posible (!bastante tenía uno con sobrevivir o con conservar la salud...!). Si bien en nuestra escuela damos cabida y favorecemos la frescura y el desatasque de corsés y guiones preestablecidos que caracterizan la formación gestáltica, también es cierto que primamos el acceso a lo doloroso como camino para verificar experiencialmente aquella aseveración del fundador, de Perls, de que la enfermedad mental es (en sus diferentes grados y aspectos, la neurosis colectiva que como decía Wilhelm Reich todos padecemos) la evitación del dolor psíquico que lo transforma, paradójicamente, en sufrimiento crónico. No menos que para poder verificar también la identidad esencial entre el dolor y el amor, su unicidad estructural; y la profundidad anímica a la que uno accede al “pillar” ese asunto.

Formarse en Gestalt es, asimismo, aprender una metodología de intervención psicosocial que deja un importante y difícil espacio para atender laboralmente a quien es el profesional como persona, con lo patológico y con lo genuino, matrices ambas -reiterémoslo una vez más- de lo más creativo del alumno, y de todos nosotros.

Cuando a principios de los ochenta edificábamos aquel primer programa de formación de la AETG (Asociación Española de Terapia Gestalt) [1], hablábamos de la importancia de consolidar y de estructurar en un todo armonioso, en una verdadera gestalt, los diferentes niveles o ámbitos que nos parecía tener lo formativo. Es decir:

1) Lo terapéutico, vivencial o experiencial. Encontrarse, como venimos redundando, con uno mismo como persona, con los huecos y con los llenos, con los déficits y con los excesos; con la patología biográficamente asentada, y con el intento de asumirla y transformarla en un estilo único y personal de ser gestaltista y, más ampliamente, de ser terapeuta.

2) Lo teórico. Ponerle palabras a la propia experiencia como interventor en el otro, como acompañante de procesos; así como ponerle palabras al discurso del otro (en el sentido más amplio de la expresión) y, muy especialmente, a su estructura, a sus vínculos entre forma y contenido. Y contrastarlas, tanto con lo que los pioneros del enfoque -Fritz y Laura Perls, Simkin, Goodman, Zinker, los Polster, Naranjo y otros- han dicho sobre ello; como también ponerlas en relación con las principales teorías de lo psicoterapéutico (psicoanálisis, cognitivismos y enfoques sistémicos, otros enfoques humanistas, psicocorporales y transpersonales, etc...); y, más en general, con los enfoques de la relación, del servicio o de la ayuda.

3) Lo técnico. Reiterando el aformismo de los Polster
[2], en Gestalt, “el terapeuta es su mejor herramienta”. Precisamente por eso, a la vez que uno se incorpora a sí mismo como instrumento, el proceso de formación quiere llevar al alumno a encontrarse con un arsenal de útiles. Para nosotros este arsenal deberá ser necesariamente limitado, porque entendemos que la primacía de la actitud aconseja no dispersar el proceso con variables metodológicas que, si bien aportan creatividad y amplitud de miras, pueden llegar a difuminar lo esencial; pero también intentamos rescatar la libertad de movimientos y de actitudes que el enfoque gestáltico otorga al profesional, y su consecuente riqueza de posibilidades técnicas, instrumentales y aplicadas.
Dicho de otro modo: si uno acierta a sintonizar con cierta actitud casi cualquier cosa puede ser convertida en una técnica eficaz, puesto que quien eso consigue sintoniza con ese asunto tan fundamental de la dualidad forma- vacío del a que hablan, entre otros, el budismo tibetano, la física cuántica o la matemática del caos
[3]. En palabras más llanas, que toda técnica es una estrategia, una forma de algo mucho más imperceptible, en realidad vacío de forma, pero que sin forma no puede ser aprehendido, ni utilizado, ni encarnado o puesto en el mundo, en este caso en el mundo de la relación terapéutica. Si hay exceso de forma hay fijación y dependencia de la técnica; si hay demasiada no-forma, uno suele planear demasiado.

4) Lo estratégico o metodológico. Combinar la potencia personal, la significación y la simbolización teórica, y el uso de haceres eficaces, nos parece que faculta para la“verdadera” libertad metodológica, puesto que uno no depende ni se vacía en lo que hace, pero tampoco se desconecta de ello. Formarse es también aprender secuencias y procesos, pautas y posibilidades en el encuentro profesional con el otro como ser único. Aprender leyes que vinculan lo general con lo particular, y viceversa.

5) La supervisión de todo ello. Poder visar la secuencia con otros ojos. Sean los propios puestos en un lugar no frecuentado, el de verse a uno mismo como observador; sean los de los otros-iguales, los de los propios compañeros de grupo; sean los del supervisor-formador, el “sujeto-supuesto-saber” de Lacan, o el “sujeto-supuesto-ignorar“ de Ginger
[4] (un ignorar muy particular y específico desde luego, que se asemeja a la espupidez sufí de Nasrudín o al apodo de uno de nuestros mentores: Memo, llamado Guillermo Borja), transformado en persona que esta ahí y dice lo que, buenamente, le parece.

Aficionados, estudiantes y profesionales de las ciencias psicológicas, pedagógicas, sociales, artísticas ,empresariales y médicas -principalmente-, acuden a la formación en Gestalt atraídos quizás por el reclamo de esa rara palabra, “gestalt” que, intraducible del alemán, viene a significar a la vez, un “todo con sentido en sí mismo, diferente de las partes...”; y, más directamente, un enfoque experiencial del vivir y de la vida. No menos que, desde los años cuarenta, una disciplina que se va abriendo camino entre lo científico, lo académico, lo artístico y lo social. Va siendo conocida en definitiva, lentamente, en el mundo de los acercamientos a lo humano en su sentido más general.
“Gestalt es...”, por decirlo en pocas palabras, seguramente, un proceso de ir aprendiendo a ser a partir de la propia experiencia percatada y tomada como res-puesta (en el sentido de res-ponsabilizada). Formarse en ello, por lo tanto, un entrenarse en lo “simpático” que, en palabras de Perls[5], es un compromiso con el campo total, un (entrenarse en) percatarse de si mismo y del otro, a la vez.

3.1 ESTRUCTURA

La formación en terapia Gestalt llevada a cabo por la escuela EGARA esta estructurada en:


a) El grupo de formación propiamente dicho que consta de tres niveles (Básico, Superior y Supervisión) y su duración es de tres años. En cada uno de estos tres años se realizaran dos “stage” en régimen residencial, desde la mañana del viernes a medio día de domingo, con un total de 24 horas lectivas cada fin de semana residencial. Nueve fines de semana en la ciudad de Vitoria (Artesanando, Reyes Católicos 15) , los sábados de 9:30 a 20:30 y los domingos de 9:30 a 14:30, con un total de14 horas lectivas cada uno.

b) Once seminarios de integración y teoría que se realizaran durante un jueves mensual de19:00 a 22:00 con un total de 33 horas lectivas.

c) Se realizaran dos tutorías personales con el equipo de la escuela.

El total anual es de 207 horas lectivas, a esto hay que añadirle las horas necesarias (estimadas o aproximadamente) para realizar en la semana siguiente a cada stage y fin de semana, un trabajo elaborativo del tema trabajado en el encuentro. Cuya síntesis final sea de dos folios y que se enviará vía e-mail al director pedagógico con copia al resto del equipo durante la semana siguiente al encuentro.
Por ultimo a final de año se realizará una memoria síntesis de un máximo de 5 folios.

3.2 CONDICIONES DE ADMISION

Ser mayor de edad.
Estar genuinamente interesado en la relación de ayuda y de autoconocimiento.
Realizar una entrevista personal con el director técnico.
Aceptar las condiciones de la escuela.

3.3 CONDICIONES DE PERMANENCIA

Satisfacer puntualmente los pagos mensuales.
La falta de asistencia a un encuentro no exime el pago mensual.
El compromiso de asistencia y pago es anual, dividido en once mensualidades. Es decir , si por cualquier causa el alumno decide dejar la formación una vez iniciado el curso, el alumno se compromete al pago de todos los encuentros de ese curso.
Esto es así, para asegurar que la continuidad y seguimiento para todos los alumnos del curso iniciado y así que la renuncia de un alumno no repercuta al grupo.
La falta de asistencia, hasta un máximo de un 20% de horas lectivas anuales, se tendrá que recuperar con los consiguientes trabajos elaborativos. La inasistencia a mas de un 20% de las horas lectivas, no permitirá la consecución de la titulación y tendrá que ser recuperado con trabajos vivénciales acordados por la dirección.

3.4 CONDICIONES DE CESE

No pagar las mensualidades.


3.6 ACREDITACIÓN


La escuela entregará certificado de la AETG (http://www.aetg.es/) una vez completado el programa según los criterios de la AETG.